Los hospitales pasaron de pagar 10
mil pesos mensuales a 240 mil con la gestión Macri. La empresa que limpia la
ropa de la Metropolitana
se quedó con un contrato de 31 millones de pesos mediante fraude en el proceso
de licitación.
El 28 agosto de 2009, el gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires mediante la licitación pública N° 1643 y el decreto Nº 937, adjudicó
el “Servicio de Provisión de Ropa de Cama, y Retiro, Lavado, Secado y Planchado
de Ropa de Cama y Ropa Hospitalaria, con su correspondiente distribución
en Establecimientos Hospitalarios dependientes del Ministerio de Salud del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires” a las firmas: Lavadero El Lucero
S.R.L., Lavadero ANCA S.A. y Tex Care Argentina S.A. El monto total de la
licitación fue de más de 31
millones de pesos y abarcó a
16 de los 33 hospitales porteños.
Las compras hospitalarias hasta la
gestión PRO, se realizaban desde cada hospital y la limpieza de la ropa de cama
costaba muchísimo menos que ahora. Según el diario Clarín, en el Hospital
Udaondo, el costo mensual de la limpieza de blanquería era de 10.166 pesos y en la nueva contratación pasó
a ser de 243.600 pesos.
Las empresas Setex S.A., Apparel
Argentina S.A. y El Ingale S.R.L. también se presentaron para la licitación,
pero fueron rechazadas por no cumplir con los requisitos solicitados en los
pliegos de contratación. Estas empresas denunciaron haber sido perjudicadas
intencionalmente con el objetivo de dejarlos fuera de competencia. Por ejemplo,
se les exigió a los oferentes un monto de facturación inalcanzable para la
mayoría de los proveedores y un espacio para el lavado de mínimo 1.200 m² . De esta manera,
se benefició a las grandes empresas en detrimento de las pequeñas y medianas.
Pero lo controversial de esta
adjudicación no termina ahí. Las tres empresas resultaron ser un mismo grupo
económico. Se comprobó que el Lavadero ANCA era de Héctor Andrelo, un
empresario casado con Magdalena Gaccetta, quien era vice-presidenta de Tex Care
y que renunció justo antes de la licitación. Además, en el directorio de ANCA
estaba Estela Maris Andrelo, esposa de Luis Alberto Nerguizian, quien era
presidente de Tex Care. Y Haydeé Mouriño, la madre de los Andrelo, fue
denunciada por los otros oferentes como propietaria del 50 por ciento de ambas
compañías, haciendo imposible que se presentaran como dos empresas distintas.
El Lucero, por su parte, hizo una oferta al precio exacto de sus supuestos
competidores pero por los únicos tres hospitales que no le interesaban a las
otras dos firmas. Demasiada casualidad para la Fiscalía quien realizó
una investigación al respecto.
El Lucero, estuvo envuelto en otro
escándalo cuando fue clausurado por el mismo Gobierno que le otorgó una
concesión por 10 millones de pesos. “Evada las normas y será premiado”, parece
ser la moraleja. La
Fundación La Alameda denunció a este lavadero por no contar
con las condiciones de higiene y seguridad necesarias para la salud de los
trabajadores y vecinos. La clausura tras el escándalo mediático fue rápidamente
levantada.
En cuanto a los reclamos de los
otros oferentes fueron, finalmente, desestimados por el gobierno de la Ciudad
mediante el decreto N° 567, “refrendado por los señores Ministros de Salud, de
Hacienda y por el Señor Jefe de Gabinete de Ministros” y el cual notificó a
dichas empresas que “se encuentra agotada la instancia administrativa, no
siendo el presente acto administrativo susceptible de recurso alguno”. Es
decir, que no podían hacer más que aceptar la decisión gubernamental.
El plazo de la licitación fue por
un período de 2 años, venciendo 31 de octubre de 2011. Antes de que se
cumpliera ese plazo, la contratación fue prorrogada por otro año más. Los
nuevos contratos sumaron más de 15 millones de pesos. Pero además, el
Gobierno de la Ciudad acordó un contrato con el Lavadero ANCA por $ 280.000
para “el servicio de provisión, lavado, secado, planchado y entrega de
ropa blanca, por el mes de agosto de 2011, para el Instituto Superior
de Seguridad Pública” es decir, para la metropolitana.
A pesar del contrato millonario,
enfermeras del Hospital Rivadavia denunciaron que no llegan las sábanas al área
de maternidad, y que las nuevas sábanas que reciben por donaciones “se pierden”
y se reemplazan por “sábanas viejas de hoteles”.