El PJ disidente, el kirchnerismo y el radicalismo coinciden en un modelo económico neocolonial. Blanck menciona tres fuerzas, que en realidad son dos o una sola con varios brazos y conforman las opciones del sistema neocolonial- neoliberal. En la macroeconomía no existen diferencias sustanciales entre el justicialismo disidente, el kirchnerismo y el radicalismio. De una u otra forma, desde el Pacto de Olivos estas fuerzas políticas vienen sosteniendo el modelo neoliberal de las privatizaciones, el crecimiento económico con endeudamiento y la entrega de los bienes naturales: tierra, petróleo, minería, pesca.
Las diferencias entre las variantes neocoloniales son de forma, no de contenido. En cuanto a las diferencias, los justicialistas se muestran como garantía de gestión y los radicales como los prolijos, republicanos y “honestos”. Difieren además en las opciones internacionales y en la posición a adoptar frente a Estados Unidos: los K prefieren a Chávez, Morales y Correa; los otros a Chile y Brasil.
Proyecto Sur representa la política en pos de la Nación y el pueblo, no de la agenda mediática de la partidocracia neocolonial. El nacimiento del Interbloque Proyecto Sur -hecho público el 15 de diciembre pasado- desorientó a todos con su política independiente y su agenda propia, votando lo que consideraba bueno para el país viniera del oficialismo o de la oposición.
No somos ni el grupo A opositor reaccionario, ni el grupo B oficialista, somos el grupo C, la tercera opción. Para los K somos apéndices del grupo “A” porque nuestra oposición a las medidas neoliberales del gobierno le hace el juego a la derecha, aunque ellos siguen endeudando a la Argentina y entregando los recursos naturales. Para el grupo A somos funcionales al kirchnerismo cuando no compartimos su agenda y puntos de vista. Lo que a ellos, al gobierno y a los grupos mediáticos les cuesta admitir es que no somos ni el grupo “A” ni el “B”; en todo caso, seríamos el grupo “C”: con la “C” de coherencia y cambio. Se ponen nerviosos porque no pueden gobernarnos y seguimos siendo una fuente de atracción para sus bases, los jóvenes y el electorado independiente.
Ventajas de ganar la Ciudad de Buenos Aires. Hoy todos quieren que compitamos por el gobierno de la ciudad. En eso coinciden el kirchnerismo, el peronismo disidente y la coalición radical, ya que si vamos por la presidencial debilitamos a todos. Lo divertido es que nos dicen: “Che…cuídenlo a Pino..!. nosotros lo respetamos mucho pero sería una locura que no fuera por la ciudad..”. Esa tentadora opción tiene sus ventajas y su contra, en tanto podría significar la posibilidad de gobernar la capital de la república, hacer una experiencia de gestión y desde allí prepararse para el 2015.
Desventajas de jugar las elecciones en la Ciudad. Por el contrario, significaría ceder nuestro potencial de votos nacionales a los otros partidos y abandonar la construcción y desarrollo de una fuerza nacional que cuestione al bipartidismo para el 2015 o (¿por que no?) para el 2011. ¿Quién puede predecir cuanto podemos crecer con un electorado decepcionado por los partidos tradicionales? ¿Quién iba a imaginar que sin habernos pronunciado ni lanzado públicamente una candidatura, figuremos en las encuestas entre los 3 o 4 primeros candidatos…? ¿Quién pensaba en el 2009 que en la Ciudad de Buenos Aires -donde dos años antes Macri ganara con el 62%- Proyecto Sur iba a multiplicar los votos un 350%, pasando del 7,5 al 24,5 %? Lejos de haber girado a la derecha, una parte del electorado de la ciudad apoyó nuestra campaña, que hablaba de los temas nacionales afirmando que “se puede” reconstruir el país, recuperar los recursos, democratizar la democracia, refundar una ética pública.
El radicalismo de hoy es la Alianza de 1998. Ante la participación nacional de Proyecto Sur, la coalición que lidera el radicalismo es vista como la repetición de la “Alianza” del 98 y sectores progresistas y aun de sus propias bases, se inclinarían hacia nosotros porque encarnamos las causas de los derechos sociales, la defensa patrimonial y la democratización de la democracia.
Reivindicamos la continuidad de FORJA y el Peronismo como convergencia. Del lado de las variantes peronistas, todos saben que Proyecto Sur reivindica la continuidad de las ideas del movimiento nacional, desde Forja al 45 y Juan Perón me convocó para filmar su único testimonio cinematográfico.
Tenemos muchas posibilidades a escala nacional. Hoy las encuestas nos dan un piso nacional del 10% al 12%, sin haber lanzado la candidatura: en campaña podríamos pegar un salto significativo. No solo gozamos de alta imagen positiva; también somos un punto de convergencia de muchos sectores políticos y sociales. Debe recordarse que en muchas provincias la mitad de la población no vota porque descree en los partidos tradicionales o ya hace demasiado tiempo que solamente puede optar entre Frankestein y Drácula.
En Argentina existe una crisis política de liderazgo. Por estas razones, es prematuro afirmar como Julio Blanck que estamos “lejos de la pelea por la presidencia”. Hoy no se presenta ningún candidato con un liderazgo tal, que esté en condiciones de ganar por una gran diferencia. La disputa no solo será entre tres, sino entre cuatro fuerzas; es el bipartidismo o nosotros.
Somos una alternativa emancipadora, social, cultural y política que valoriza también la militancia juvenil e independiente. Proyecto Sur aparece como la alternativa del cambio, la fuerza de la juventud y los sin partido, el instrumento político de los movimientos sociales y las fuerzas territoriales dispuestos a protagonizar transformaciones con sentido emancipador, en paz y en democracia. Antes que habernos desunido, seguimos creciendo –como afirma Blanck- y sumando fuerzas; porque somos un espacio de convergencia de varias culturas políticas unidas detrás de un proyecto emancipador.
El tercer Congreso de Proyecto Sur decidirá el rumbo. Recién a fin de año y en el marco del tercer Congreso de Proyecto Sur, cuando se vea más claro quienes son los competidores y se confirmen las fechas electorales, decidiremos dónde jugar mi candidatura. Hoy no sabemos si Macri termina su mandato, si será Cobos o Alfonsín, o si Cristina terminará midiendo mejor que Néstor. Mientras tanto, nos preparamos para gobernar en cualquiera de los dos escenarios.
La militancia será la base para la construcción política. Con mis compañeros de cincuenta años de militancia –Alcira Argumedo, Luis Brunati, Julio Raffo, junto a aquéllos con quienes fuimos confluyendo en estos años –Mario Mazzitelli, Claudio Lozano, Eduardo Macalusse, Jorge Cardelli, Humberto Tumini y muchos más- seguimos profundizando nuestra propuesta y recogiendo la experiencia de estas décadas. Haciendo y proyectando películas, dando charlas y seminarios, organizando encuentros y participando en cientos de acciones de resistencia a dictaduras, traiciones y entregas, fuimos construyendo en estas décadas la referencia nacional de un espacio que sueña con un proyecto emancipador.
Confluimos a las grandes luchas que el pueblo ha encauzado. Lejos de ser la frutilla del postre que amasan otros, somos un lugar de confluencia en la construcción de un movimiento político, social y cultural; un emergente de las luchas que gran parte de nuestro pueblo -tantas veces traicionado- ha venido protagonizado en las últimas décadas.
¡Llamamos a todos a ser parte del cambio!